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20-11-2015
LA PLAGA DE LAS PALOMAS
Un simpático animal que trae riesgos.
Para la Organización Mundial de la Salud, una especie es plaga cuando su aparición masiva puede dañar a poblaciones animales, vegetales y humanas. Según la propuesta y los médicos veterinarios, la paloma -en apariencia inofensivo- es la pesadilla de productores agropecuarios, un enemigo del patrimonio arquitectónico urbano y además una amenaza para la salud pública por el tipo de enfermedades que puede transmitir.

“La población de palomas crece 3,6 veces por año y genera perjuicios para el campo y para los habitantes de las ciudades: es una grave plaga”, explicaba el diputado pampeano, Ulises Forte, autor de un proyecto de ley que declaraba plaga a la paloma, pero que no llego a ver la luz .

En el campo, las palomas picotean, comen los cultivos y provocan pérdidas inesperadas. La torcaza, con poblaciones de hasta 40 millones de ejemplares, se hizo un banquete en distintas cosechas de La Pampa, Santa Fe y Entre Ríos con daños que variaban, según fueran calculadas por productores o técnicos, entre 20% y 80% del total.

En la ciudad, los efectos se multiplican. Su materia fecal produce un hongo corrosivo que daña la superficie de monumentos y edificios.

Pero el punto más crítico sigue siendo el de las enfermedades. El Instituto de Zoonosis Luis Pasteur investiga enfermedades transmitidas de animales a seres humanos. Su director, opinaba que: “Las palomas transmiten enfermedades bacterianas como la psitacosis, que si no se trata puede derivar en una neumonía atípica que puede llegar a matar. También Escherichia coli, a través de la materia fecal. Ocurre que, cuando los tanques de agua no están tapados, defecan adentro y eso provoca fundamentalmente diarreas. Además, un ácaro en su pluma da sarna y cuando hay mucho contacto con ellas pueden contagiar piojos”.

Explican los expertos que las heces, una vez que se secan, se vuelven una potencial amenaza. Cuando esto sucede, se convierten en un polvo que es llevado por el viento y que puede ingresar por las vías respiratorias, pudiendo transmitir enfermedades, en particular cuando lo que se dispersa son ciertos hongos capaces de provocar severas dolencias al ser humano.

El gran problema, destacan los especialistas, es que se reproduce a un ritmo frenético, ya que carece de predadores por no ser un ave autóctona, sino una especie introducida.

Para convivir con ellas, varios expertos señalan que la mejor medida para evitar la expansión de las especies que habitan la ciudad -entre las que predominan la torcaza y la picazuró- es evitar que tenga alimento disponible.

En los cultivos extensivos, el manejo de aves plagas presenta un desafío particular, pues no
existe una medida de control que ofrezca resultados inmediatos, eficiente en términos económicos y con bajo impacto ambiental.
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